La historia popular le ha dejado en un segundo plano, olvidado por la mayoría y recordado sólo por aquellos que vierten su interés en el cine y la novela negra americana clásica. Su imagen es la de aquellos tipos e historias que plagaron nuestras vidas de sombreros de ala ancha, metralletas Thompson y clubes clandestinos donde beber alcohol a ritmo de swing y jazz. Hubo un tiempo en que fue considerado el enemigo público número uno de los Estados Unidos y el hombre más peligroso y violento del país.
Al nacer, el 6 de diciembre de 1908, en una familia de inmigrantes belgas, sus padres le llamaron Lester Joseph Gillis, pero el nombre con el que se hizo famoso fue el de Baby Face Nelson.
Como muchos otros niños en aquellos tiempos y lugares ― los suburbios de Chicago ―, se crió en la calle, con todo el tiempo del mundo y sin nada que hacer más allá de correr delante de los tenderos que le perseguían. De los pequeños hurtos pasó al robo de coches, hasta que, con sólo trece años, fue detenido por robar un automóvil y encarcelado durante dieciocho meses en un reformatorio. No era la primera vez: ya había pasado un año allí por disparar accidentalmente a un amigo con una pistola que había encontrado en la calle. De allí saldría con nuevas amistades y conocimientos, y ni las primeras ni los segundos le llevarían a convertirse en ciudadano ejemplar.
Aquel día acabó una historia, la de un hombre que vivió rápido, murió joven y causó muchas viudas; la de un hombre a quien incluso la organización de Al Capone rechazó por su carácter violento e imprevisible. Su vida fue llevada al cine por Don Siegel en 1957, en una película protagonizada por Mickey Rooney y Carolyn Jones que ningún buen aficionado al cine clásico debe perderse.
Con el tiempo se involucró en el contrabando de alcohol, transportando la mercancía en un camión, pero también en robos de mayor calibre. Fue durante uno de estos robos cuando consiguió el apodo de “Baby Face”.
Nelson y su banda decidieron saquear la joyería de la mujer del que por aquel entonces era el alcalde de Chicago, William Hale Thompson, más conocido por su altura y su peso ― y en un alarde de falta de imaginación ―, por el apodo de “Big Bill”. Obtuvieron un botín de 18.000 dólares y una descripción física de Nelson que pasaría a la historia: ”he had a baby face…”. Aquel sobrenombre le acompañaría el resto de su corta vida.
Se dice que fue Baby Face Nelson quien financió y organizó la huída de Dillinger del penal de Crown Point del que huyó tras fabricar una pistola de madera con la que amenazó a los funcionarios de la prisión. A partir de ahí participaron juntos en numerosos robos a bancos, obteniendo cuantiosos botines y huyendo siempre de la policía y del FBI, que les seguía la pista por buena parte del país.
Si algo caracterizó a Baby Face Nelson y le hizo destacar sobre compañeros de correrías como Pretty Boy Floyd, fue su extrema violencia, que ejercía gratuitamente y contra cualquiera que se cruzase en su camino.
En una ocasión en la que conducía su automóvil acompañado de su amigo John Paul Chase, fueron adelantados por otro vehículo conducido por un vendedor local llamado Theodore Kidder. A Nelson le molestó la maniobra de Kidder y se lanzó en su persecución hasta que consiguió echarlo a la cuneta. Cuando Kidder salió de su vehículo para protestar por el ataque, Nelson disparó contra él, dejándolo muerto sobre el asfalto.
Esa violencia la ejerció en muchas otras ocasiones, como cuando en compañía de su amigo John Paul Chase secuestró a Roy Fritsch, el testigo principal contra Bill Graham y Jim Mckay, antiguos jefes de Nelson, en un caso por fraude postal. Cualquier otro sicario que hubiese recibido el encargo lo habría llevado a cabo sin estridencias y del modo más sencillo posible, pero Baby Face Nelson tenía un estilo peculiar. El cadáver de Fritsch nunca fue hallado, pero se cuenta que después de descuartizarlo, Nelson arrojó el cuerpo en una mina abandonada.
Poco después dio un paso más, cuando cometió su primer asesinato durante el robo en un bar de carretera.
Continuaron los robos, el ingreso en la prisión de Joliet de la que acabó fugándose durante un traslado en el que el funcionario responsable de su custodia decidió llevarle en taxi, y nuevas bandas que le introdujeron en el robo a bancos, donde se podían lograr los grandes botines.
El 23 de octubre de 1933 robó junto a otros miembros de su recién creada banda la sucursal del First National Bank en Brainerd, del que se llevó 32.000 dólares. La huída fue salvaje, ya que para garantizar su fuga no dudó en ametrallar a los viandantes.
Baby Face Nelson se casó en 1929 con Helen Wawzynak, con quien tuvo dos hijos y de la que nunca se separaría. Fue un matrimonio al estilo de Bonnie y Clyde. Juntos continuaron su viaje de robos y violencia que les llevó a formar parte de la banda de John Dillinger.
Su final fue el que se había buscado durante toda su vida, y llegó el 27 de noviembre de 1934, en lo que acabaría por ser conocido como “la batalla de Barrington”.
Aquél día, Nelson iba en su vehículo con su mujer, Helen Gillis, y su amigo John Paul Chase, cuando se cruzaron con otro automóvil ocupado por los agentes del FBI Thomas McDade y William Ryan. Ambos hombres, junto con muchos otros, llevaban un tiempo persiguiendo a Nelson, de modo que cuando se cruzaron con él, le reconocieron de inmediato.
Comenzó un tiroteo entre ambos bandos al que se sumaron más agentes del FBI involucrados en la búsqueda de Nelson. Cuando terminó, dos agentes federales, Herman Ed Hollis y Samuel P. Cowley, yacían muertos, y George Nelson, Baby Face Nelson, tenía diecisiete balazos en el cuerpo.
R. L. Rodríguez